¡Axcan quema tehual nehual!
¡Hasta tu muerte o la mía!
Tenamaxtli
Todos somos perfectos extraños y, sin embargo, ya se encuentra algo de México en nosotros. Nuestro México al que cada día asesinamos aceptando la cultura de otras naciones. Este país saqueado en cada golpe de intolerancia, en cada acto de indiferencia. Nuestro México el que ofrecemos en sacrificio y le damos muerte en cada aseveración de malinchismo. Devolvamos la esperanza al mexicano, mostrándole el camino de ida y vuelta hacia nosotros mismos. ¡Salvemos a nuestro México al grito de batalla que dio Tenamaxtli! ¡Axcan quema tehual nehual! ¡Hasta tu muerte o la mía! siendo honestos y leales, palabras sagradas de nuestros ancestros. Urge la necesidad darnos el tiempo para investigar más de nuestras raíces, educar a los que vienen tras nosotros en el arte; fomentar y adquirir lo que nuestro México propone y levantar muy en alto, nuestra cabeza al decirnos mexicanos…¡Hasta tu muerte o la mía! Hasta el fin de muestra muerte física podremos traspasar a un mejor descanso, hasta entonces, junto a Ometeotl, cerca de Tlaloc, al lado Tenamaxtli y Huitchilopoztli nos regocijaremos.
Morir en la raya con las convicciones y la dignidad bien puestas es como muere un guerrero, un verdadero mexicano. Y lo único que nos puede salvar de la muerte, es creer en un México vivo, latente, noble y excelso. Un México lleno de fortaleza y que brilla en el mundo con singular algarabía ¡México sí se puede recapitular tu historia ancestral! Al caminar por las páginas de tu historia me doy cuenta que tu riqueza: arqueológica, natural, gastronómica, cultural, étnica, tradicional, y folclórica es infinita. Esa historia de tus raíces, tan tuya, tan humana, tan valerosa, tan fraternal…
Poner el nombre de nuestro México muy en alto valorar los símbolos patrios y las 162 lenguas indígenas, vivas, autóctonas, sonoras y musicales eso es auténtico orgullo mexicano. Estoy orgullosa de mi México sensible, valiente que ha podido soportar los golpes, la intolerancia el saqueo y los múltiples fracasos de los seudo mexicanos. ¡México si se puede! Se puede recuperar tu historia mutilada y mancillada. Yo creo en ti, en tu fortaleza. Aunque quede sin aliento, sin un brazo, sin ojo lucharé para darte el valor que mereces, el valor olvidado de las voces antiguas. Lucharé hasta el final de mis días por encontrar en cada mexicano ese grito de batalla Mexicanos al grito de guerra…palabras de tu himno, tan solemne, tan guerrero, tan tuyo. Busquemos hasta el final de nuestros días ese México vivo, fuerte, majestuoso y digno.
Mi México, hasta el final de mis días dejaré de quererte, te traigo arraigado en el alma, en la sangre y en mis convicciones. ¡Axcan quema tehual nehual! con este grito de batalla nos desgarraremos el pensamiento para devolverle a éste México algo mínimo de la infinita riqueza que a diario nos brinda. Ometeotl nos eligió para vivir en este paraíso, para admirar la vasta riqueza natural que tienes: lagos, ensenadas, ojos de agua, cascadas, manantiales, desiertos, playas de arena, blanca y morena, selvas, cascadas, cenotes, volcanes, montañas, pastizales y las vibras de nuestros ancestros palpitando en tus ciudades prehispánicas, embriagadas de flor y canto.
A toda la gente convencida y aferrada a su patria, que al ver una bandera mexicana en otro país y descubrir que México es respetado; la frente se enaltece, la garganta se cierra y los ojos vierten lágrimas de orgullo al sabernos ser mexicanos. Al rememorar la letra de nuestro himno y descubrir la adrenalina y la euforia con la que nacimos y lo constatan nuestros héroes que siguen vivos en la historia. A todos ellos verdaderos y auténticos mexicanos los exhorto a que se le retribuyan a este México un poco de lealtad, trabajo y convicción. Y sin lugar a dudas Ometeotl, Jesús, Buda, cualquier divinidad con la que más simpaticen les agradecerán con miles de flores y centenares de cantos floridos en su vida. Que su convicción y dignidad hablen por sí solos que ofrezcan a esté México agonizante, lo que saben lo que son y dar al cien por uno los conocimientos que traemos a cuestas, siendo honestos y leales amando al prójimo como a uno mismo. Aprender amar a nuestros enemigos y ofrecer una sonrisa cada día, un abrazo y un saludo. Sin disfraces, sin farsas, simplemente valorar, cuidar y amar todo lo que nos rodea.
Con mucho cariño Berónica Palacios Rojas