CASA DE TODOS
A Elizabeth Morales Álvarez
(Por el segundo aniversario del Refugio de la Luna)
(Por el segundo aniversario del Refugio de la Luna)
Por Arbey Rivera
Hace un tiempo escribí un pequeño ensayo que titulé, Ningún sitio que sea nuestro parafraseando al poeta Marco Antonio Campos, quien presentó en un lugar de San Cristóbal de Las Casas su libro Ningún sitio que sea mío, editado en coedición por la editorial Calamus y el CONACULTA, 2006. En ese pequeño texto comentaba yo sobre la odisea que resultó la presentación en un café restaurant de la ciudad, donde se presentaban libros, aunque muy pocos de poesía. Ofrecían solamente el espacio, una mesa, un micrófono y dos o tres sillas dependiendo del número de personas que subirían al presidium. Pues bien, lo que sucedió esa tarde-noche fue, que después de la presentación y bienvenida, el poeta inició su lectura pero a mitad del primer poema, como suele pasar, a veces, un fallo en el micrófono dejó incómodos a todos, pero este no fue uno de esos clásicos fallos de sonido, sino una interferencia de una voz que al principio pareció tan estridente y diabólica que todos quedamos “sacados de onda” como dicen los jóvenes, era una interferencia de una transmisión en vivo de un evento comercial en algún lugar cercano. Así que se optó por apagar el micrófono para continuar la lectura a viva voz, lo que hizo del recital un evento muy interesante dado a la intimidad propiciada en un semicírculo dentro de aquel foro que además de restaurant era una plaza comercial. Sin embargo, afuera las antorchas guadalupanas y el desfile de no se qué, habían entrado en una dura competencia para ver quines eran capaces de producir el mayor ruido. Sirenas, pero no de aquellas que habitan los océanos, música punchis punchis, de banda, ranchera, porras, claxon, alarmas, cantos de arrepentimiento por los pecados cometidos, en fin, de todo tipo de gritos. El mar que corría afuera producía tanto ruido que si las verdaderas sirenas hubiesen escuchado habrían protestado. Para fortuna nuestra, adentro se creó un oasis contra el ruido, invocado por ese don que sólo la poesía puede lograr. A pesar del ruidito continuo y molesto del capuchino en preparación, de los platos y cucharas, del parloteo de los meseros, sí a pesar de todo ello el poeta pudo lograr que el público estuviera atento a sus palabras, pero no sólo eso, sino que hubo algo de magia pues al finalizar su lectura algunos no nos movimos del asiento por unos instantes, hechizados por la fuerza y belleza de su poesía.
Hago alusión a lo anterior porque esta ocasión me gustaría hacer un breve comentario sobre la importancia de los foros culturales independientes o foros alternativos de cultura, felizmente para los artistas, quienes siempre somos buscadores de casas o espacios que ofrezcan un refugio y abrigo a nuestro arte, espacios de este tipo hay muchos a lo largo del territorio nacional, pero muy pocos conservan el respeto por el trabajo de los artistas. He tenido la suerte de conocer la importante labor que realizan algunos de ellos, como el Kinoki, La pera, la cafetería del carmen, un tiempo el Barflay, Kabuca Kafé, La galería, Tierra adentro (estos en San Cristóbal de las Casas, Chiapas) el espacio de Francis Zamora en Guadalajara, Jalisco y por supuesto el Refugio de la luna, dirigido por Elizabeth Morales Álvarez en Villa Hermosa, Tabasco, quien ya lleva dos años de contribuir a la difusión de la cultura de su Estado y de varias partes del país, entre otros, que desde luego existen. Lo que quiero decir respecto a este tipo de espacios es que en ellos el arte y la cultura se mueven a través de la música, el cine, la danza, el teatro, las artes plásticas, la literatura, etc.
A pesar del tamaño o la iluminación que no siempre son las adecuadas, cuando en ellos el espíritu del arte se siente desde el trato a los artistas y a los asistentes, en los cuadros que decoran las paredes, en la música que mana desde un rincón de la casa, incluso desde los nombres de los alimentos y bebidas y en el sabor de las mismas; uno se siente realmente protegido contra el mundo de afuera, donde obviamente espacios oficiales de cultura existen pero, a veces, en ellos no se disfruta igual una pintura, un poema o una canción; son lugares de grandes corredores, y paredes blancas pero fríos, lugares que mueven toda una estructura económica para realizar sus eventos pero no está, en muchas ocasiones ese amor, ese espíritu del arte que podemos tener en estos pequeños espacios donde los que dirigen, lo hacen porque saben del valor y la calidez humana, porque también son artistas además de promotores culturales, por eso crean una atmósfera cálida en donde la libertad nos muestra y nos recuerda que llevamos alas a la espalda y que los sueños hacen que el corazón parezca una galaxia de pájaros. Pero hay un problema serio en este gran problema que resulta la difusión cultural donde puede verse una cuna en la que habita la niña cultura, movida tan sólo por el viento que sopla desde la iniciativa de muy pocas personas que promueven el arte desde cualquier espacio, con humildad y respeto, quienes desde luego, no aparecen en nóminas doradas como algunos que se pasan el tiempo detrás del escritorio y sin mover un dedo. Aunque, desde luego, en el aparato de cultura de los Estados o municipios aunque parezca raro, en ocasiones hay personas que también sienten esa fuerza de voluntad y del amor al arte, pero no siempre. Hemos observado y sido testigo de atropellos y de negligencias cometidas contra los artistas, hablo de San Cristóbal, donde por varios años hemos tenido una casa de cultura en ruinas, pero no por los años del edificio, maravilloso, por cierto, si no por el abandono del movimiento cultural.
Veo la lista de los foros que nombré al principio, varios de ellos han desaparecido, desde luego que otros van surgiendo y algunos han cambiado de propuesta con tal de no retirarse aunque esto implique que se vuelvan lo contrario, es decir, que cierren sus puertas a los artistas y se vuelvan cafés comerciales, como un café cualquiera. La pregunta que surge entonces es ¿Por qué desaparecen estos espacios donde la cultura vive cada día, se mueve, manotea, habla, sonríe, grita a veces?¿Por qué desaparecen estos espacios donde una casa respira y nos hace sentir que también nosotros respiramos?. Supongo que es fácil adivinar.
Recuerdo que he escuchado, muchas, pero muchas veces, cuando se inaugura o se clausura un evento cultural la frase que dice “agradecemos este espacio” “nosotros los artistas necesitamos espacios como este” “que bueno que exista este foro” etc., etc., Sí, lo recuerdo muy bien, he sido parte en varios de ellos. Sin embargo aquí sucede algo, aunque no nos demos cuenta o simplemente no nos importe tanto; es cierto que hay que abrir más espacios, de cualquier tipo en donde cada día la cultura se difunda y se conozca, pero también es cierto que no hay que abandonar los que ya existen y fueron creados para ello. Es importante que el espacio que ha sido nuestra casa una tarde de literatura, de exposición plástica, una noche de teatro, de música mientras el aroma del café nos alivia de ausencias y saudades o una mañana de taller, en fin, continúe esa labor tan importante de congregar a los artistas y lo mejor, las obras de los artistas. Uno no se imagina, más que cuando ha trabajado en ello, me refiero a la promoción cultural, lo difícil que resulta mantener un espacio para el arte. Son varias horas de insomnio, son viajes postergados, es un trabajo arduo y sin salario, donde el único afán es aportar un grano de arena desde esa trinchera llamada Foro Alternativo de Cultura. Muchas veces el pago es triste, cuando se abandona la reciprocidad entre estos espacios y las personas para quienes son creados. Por eso considero importante no dejar solos en el esfuerzo a estas personas amigas y amigos que hacen posible reinventar la palabra para decir lo nuestro, lo que nos pertenece, espacios que son como libros donde se escriben historias cada día, ahora sí con el perdón del poeta, algunos sitios que son nuestros, porque somos gente sensible, artistas o no, pero que algo común nos une, el arte, y sobre todo las ganas de vivir. La poeta Arlette Luévano dice “Esta casa lo sabe todo, sus techos, sus patios, sus muros/ siempre despiertos/ son los muchos ojos de un corazón inextinguible… Hay que conservar ese pacto callado entre estos espacios con los que acudimos a ellos para que no se extinga el corazón de nuestra casa, esas casas de todos, donde cabe la sana convivencia entre lo material y el espíritu para darnos sólo una manera distinta de disfrutar y conocer, cualquier manifestación artística.
Termino este pequeño texto con un poema del libro Ningún sitio que sea mío, de Marco Antonio Campos. Dedicado a Beto, Melisa, Elizabeth, Adriana, Francis, Verónica Palacios, quien desde su casa ambulante, Papalotzi, crea puentes y unifica mundos. Para todas las personas creadoras e impulsoras de la cultura por amor al arte. Con un abrazo fraterno y de admiración por su labor cultural.
MADRUGADA EN ATENAS
Anoche en el jardín de los sueños,
te vi:
Estabas en las ruinas y en los arcos
Hoy, a levantarme,
me asomé a la ventana,
y en las ruinas y en los arcos
había un manantial
de pájaros
Desde la ciudad del sueño y la palabra, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. 14 de septiembre de 2008.
Arbey Rivera
Hace un tiempo escribí un pequeño ensayo que titulé, Ningún sitio que sea nuestro parafraseando al poeta Marco Antonio Campos, quien presentó en un lugar de San Cristóbal de Las Casas su libro Ningún sitio que sea mío, editado en coedición por la editorial Calamus y el CONACULTA, 2006. En ese pequeño texto comentaba yo sobre la odisea que resultó la presentación en un café restaurant de la ciudad, donde se presentaban libros, aunque muy pocos de poesía. Ofrecían solamente el espacio, una mesa, un micrófono y dos o tres sillas dependiendo del número de personas que subirían al presidium. Pues bien, lo que sucedió esa tarde-noche fue, que después de la presentación y bienvenida, el poeta inició su lectura pero a mitad del primer poema, como suele pasar, a veces, un fallo en el micrófono dejó incómodos a todos, pero este no fue uno de esos clásicos fallos de sonido, sino una interferencia de una voz que al principio pareció tan estridente y diabólica que todos quedamos “sacados de onda” como dicen los jóvenes, era una interferencia de una transmisión en vivo de un evento comercial en algún lugar cercano. Así que se optó por apagar el micrófono para continuar la lectura a viva voz, lo que hizo del recital un evento muy interesante dado a la intimidad propiciada en un semicírculo dentro de aquel foro que además de restaurant era una plaza comercial. Sin embargo, afuera las antorchas guadalupanas y el desfile de no se qué, habían entrado en una dura competencia para ver quines eran capaces de producir el mayor ruido. Sirenas, pero no de aquellas que habitan los océanos, música punchis punchis, de banda, ranchera, porras, claxon, alarmas, cantos de arrepentimiento por los pecados cometidos, en fin, de todo tipo de gritos. El mar que corría afuera producía tanto ruido que si las verdaderas sirenas hubiesen escuchado habrían protestado. Para fortuna nuestra, adentro se creó un oasis contra el ruido, invocado por ese don que sólo la poesía puede lograr. A pesar del ruidito continuo y molesto del capuchino en preparación, de los platos y cucharas, del parloteo de los meseros, sí a pesar de todo ello el poeta pudo lograr que el público estuviera atento a sus palabras, pero no sólo eso, sino que hubo algo de magia pues al finalizar su lectura algunos no nos movimos del asiento por unos instantes, hechizados por la fuerza y belleza de su poesía.
Hago alusión a lo anterior porque esta ocasión me gustaría hacer un breve comentario sobre la importancia de los foros culturales independientes o foros alternativos de cultura, felizmente para los artistas, quienes siempre somos buscadores de casas o espacios que ofrezcan un refugio y abrigo a nuestro arte, espacios de este tipo hay muchos a lo largo del territorio nacional, pero muy pocos conservan el respeto por el trabajo de los artistas. He tenido la suerte de conocer la importante labor que realizan algunos de ellos, como el Kinoki, La pera, la cafetería del carmen, un tiempo el Barflay, Kabuca Kafé, La galería, Tierra adentro (estos en San Cristóbal de las Casas, Chiapas) el espacio de Francis Zamora en Guadalajara, Jalisco y por supuesto el Refugio de la luna, dirigido por Elizabeth Morales Álvarez en Villa Hermosa, Tabasco, quien ya lleva dos años de contribuir a la difusión de la cultura de su Estado y de varias partes del país, entre otros, que desde luego existen. Lo que quiero decir respecto a este tipo de espacios es que en ellos el arte y la cultura se mueven a través de la música, el cine, la danza, el teatro, las artes plásticas, la literatura, etc.
A pesar del tamaño o la iluminación que no siempre son las adecuadas, cuando en ellos el espíritu del arte se siente desde el trato a los artistas y a los asistentes, en los cuadros que decoran las paredes, en la música que mana desde un rincón de la casa, incluso desde los nombres de los alimentos y bebidas y en el sabor de las mismas; uno se siente realmente protegido contra el mundo de afuera, donde obviamente espacios oficiales de cultura existen pero, a veces, en ellos no se disfruta igual una pintura, un poema o una canción; son lugares de grandes corredores, y paredes blancas pero fríos, lugares que mueven toda una estructura económica para realizar sus eventos pero no está, en muchas ocasiones ese amor, ese espíritu del arte que podemos tener en estos pequeños espacios donde los que dirigen, lo hacen porque saben del valor y la calidez humana, porque también son artistas además de promotores culturales, por eso crean una atmósfera cálida en donde la libertad nos muestra y nos recuerda que llevamos alas a la espalda y que los sueños hacen que el corazón parezca una galaxia de pájaros. Pero hay un problema serio en este gran problema que resulta la difusión cultural donde puede verse una cuna en la que habita la niña cultura, movida tan sólo por el viento que sopla desde la iniciativa de muy pocas personas que promueven el arte desde cualquier espacio, con humildad y respeto, quienes desde luego, no aparecen en nóminas doradas como algunos que se pasan el tiempo detrás del escritorio y sin mover un dedo. Aunque, desde luego, en el aparato de cultura de los Estados o municipios aunque parezca raro, en ocasiones hay personas que también sienten esa fuerza de voluntad y del amor al arte, pero no siempre. Hemos observado y sido testigo de atropellos y de negligencias cometidas contra los artistas, hablo de San Cristóbal, donde por varios años hemos tenido una casa de cultura en ruinas, pero no por los años del edificio, maravilloso, por cierto, si no por el abandono del movimiento cultural.
Veo la lista de los foros que nombré al principio, varios de ellos han desaparecido, desde luego que otros van surgiendo y algunos han cambiado de propuesta con tal de no retirarse aunque esto implique que se vuelvan lo contrario, es decir, que cierren sus puertas a los artistas y se vuelvan cafés comerciales, como un café cualquiera. La pregunta que surge entonces es ¿Por qué desaparecen estos espacios donde la cultura vive cada día, se mueve, manotea, habla, sonríe, grita a veces?¿Por qué desaparecen estos espacios donde una casa respira y nos hace sentir que también nosotros respiramos?. Supongo que es fácil adivinar.
Recuerdo que he escuchado, muchas, pero muchas veces, cuando se inaugura o se clausura un evento cultural la frase que dice “agradecemos este espacio” “nosotros los artistas necesitamos espacios como este” “que bueno que exista este foro” etc., etc., Sí, lo recuerdo muy bien, he sido parte en varios de ellos. Sin embargo aquí sucede algo, aunque no nos demos cuenta o simplemente no nos importe tanto; es cierto que hay que abrir más espacios, de cualquier tipo en donde cada día la cultura se difunda y se conozca, pero también es cierto que no hay que abandonar los que ya existen y fueron creados para ello. Es importante que el espacio que ha sido nuestra casa una tarde de literatura, de exposición plástica, una noche de teatro, de música mientras el aroma del café nos alivia de ausencias y saudades o una mañana de taller, en fin, continúe esa labor tan importante de congregar a los artistas y lo mejor, las obras de los artistas. Uno no se imagina, más que cuando ha trabajado en ello, me refiero a la promoción cultural, lo difícil que resulta mantener un espacio para el arte. Son varias horas de insomnio, son viajes postergados, es un trabajo arduo y sin salario, donde el único afán es aportar un grano de arena desde esa trinchera llamada Foro Alternativo de Cultura. Muchas veces el pago es triste, cuando se abandona la reciprocidad entre estos espacios y las personas para quienes son creados. Por eso considero importante no dejar solos en el esfuerzo a estas personas amigas y amigos que hacen posible reinventar la palabra para decir lo nuestro, lo que nos pertenece, espacios que son como libros donde se escriben historias cada día, ahora sí con el perdón del poeta, algunos sitios que son nuestros, porque somos gente sensible, artistas o no, pero que algo común nos une, el arte, y sobre todo las ganas de vivir. La poeta Arlette Luévano dice “Esta casa lo sabe todo, sus techos, sus patios, sus muros/ siempre despiertos/ son los muchos ojos de un corazón inextinguible… Hay que conservar ese pacto callado entre estos espacios con los que acudimos a ellos para que no se extinga el corazón de nuestra casa, esas casas de todos, donde cabe la sana convivencia entre lo material y el espíritu para darnos sólo una manera distinta de disfrutar y conocer, cualquier manifestación artística.
Termino este pequeño texto con un poema del libro Ningún sitio que sea mío, de Marco Antonio Campos. Dedicado a Beto, Melisa, Elizabeth, Adriana, Francis, Verónica Palacios, quien desde su casa ambulante, Papalotzi, crea puentes y unifica mundos. Para todas las personas creadoras e impulsoras de la cultura por amor al arte. Con un abrazo fraterno y de admiración por su labor cultural.
MADRUGADA EN ATENAS
Anoche en el jardín de los sueños,
te vi:
Estabas en las ruinas y en los arcos
Hoy, a levantarme,
me asomé a la ventana,
y en las ruinas y en los arcos
había un manantial
de pájaros
Desde la ciudad del sueño y la palabra, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. 14 de septiembre de 2008.
Arbey Rivera